Que sigue?
Un plan y mil voces en mi cabeza
Como les dije, uno inicia un plan… pero si eres como yo, una mezcla de TDAH y múltiples personalidades, terminas con miles de voces hablando dentro de tu cabeza.
Yo hasta nombres les puse. 🙃
Y claro, como un loco hace a otro loco, ahí estaba mi marido. El pobre, que aunque hablamos ambos español, el mío es español de León y el suyo cordobés andaluz… ¡un arroz con mango! Un día le salgo con un plan y al día siguiente con otro.
La parada en Costa Rica😅
En el 2022, antes de venir al Caribe, hicimos una parada en Costa Rica.
Y ahí, en medio de mi caos interno, él decidió que quería que fuese su esposa.
Yo me sorprendí un montón. ¿El europeo que, porque Dios existe, había llegado a mi vida, me pedía matrimonio?
Muchos dirán: “¿y qué tiene de diferente?”.
Se los digo: cuando lean el libro, si lo leen, lo entenderán. Pero les hago spoiler:
👉 No es que él sea superior por su nacionalidad, ni por su estatus.
El problema no era él, era yo
Yo venía más que rota, siempre herida por quienes juraron protegerme.
Tres relaciones fallidas, récord de 100%.
Si me hubiesen hecho una caricatura, sería una vaca watusi.
Entonces vas por la vida sintiendo que el problema eres tú.
Aunque las personas cercanas te validen como buena, la persona que más querías no lo hacía.
Ese era mi espejo roto.
El hombre que me enseñó a merecer amor
Y entonces llegó mi amado.
Tuvo la paciencia de limpiar poco a poco el camino y demostrarme que sí merecía ser amada.
Y claro, cuando te dan una probadita… ¡ay papá! Agárrese, porque uno pide más que Teletón. 😅
Así me pasó: no solo quería boda, tuve dos.
Y una en España, con bombos, platillos y todo, como una novia andaluza.
Una nueva locura compartida
Ese fue el inicio de la primera gran locura que monté a Juanjo conmigo.
Y aunque mi cabeza siga siendo un coro de voces y planes cambiantes, aprendí que a veces la respuesta no es callarlas… sino invitar a alguien a bailar con ellas.
Ejercicio de gratitud 🌿
Piensa en una persona que haya tenido la paciencia de quedarse contigo en medio de tu caos.
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Escríbele un mensaje corto de agradecimiento.
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O anota en un papel: “Gracias porque me enseñaste que merezco amor”.
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Guarda ese papel en tu propio cofre invisible.
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