El Regreso..
El 2023 fue un año tejido con hilos de ilusión y destino.
Desde sus primeros meses, algo en el aire me decía que todo se estaba preparando para algo grande.
Y así fue. En agosto, mis hijos y mis padres viajaron a República Dominicana: celebramos el Día de las Madres, el cumpleaños de mi hijo del medio y, sin saberlo, la última fiesta que tendría a todos bajo el mismo cielo.
Ya venía en camino mi pequeña Evangeline, .
Y ese viaje fue más que una visita: fue un lazo invisible que unió generaciones la bebe naceria en Diciembre y ya yo pensaba en el proximo cumpleaños que seria junto a mi madre tendriamos 3 fechas para celebrar.
Recuerdo el día que me probé el vestido de novia.
Mi madre me miraba con esa mezcla de orgullo y ternura que solo las madres dominan.
“Ahora sí, mi muchachita… ahora pareces una reina,” dijo sonriendo.
Yo me habia casado ya anteriormente pero mi madre sabia dentro de su corazon que esta era diferente.
No sabía entonces que esas palabras serían su bendición y su despedida.
En noviembre llegó otra visita importante: mi suegra, acompañada de mi cuñada —mi madrina de bodas y cómplice desde Perú—.
Todo parecía fluir, como si la vida por fin se estuviera ordenando.
Tenía todo preparado: el lugar, los tiquetes, los recuerdos, los anillos, el maestro de ceremonia…
Y el vestido, el mismo que mi madre había visto brillar sobre mí.
Soñaba con casarme en España, con fotos, música, banquete y ese retrato colgado en la pared para regalárselo a ella.
Pero el destino, caprichoso, decidió pintar otro final.
Era una tarde cualquiera.
El teléfono sonó y el mundo cambió de color.
“Tu mamá está enferma”, dijeron.
Pero no era una simple enfermedad.
Era una bomba de tiempo en su cabeza, un tic-tac silencioso, cruel.
Viajé para verla.
La abracé, la escuché reír, la vi bromear, como si todo fuera pasajero.
Mi corazón quiso creerlo.
Tres días después de mi regreso, su luz se apagó.
Dicen que hay dolores que paralizan, y el mío fue así.
No fui a su funeral.
No pude.
Recién había regresado a mi trabajo y mi mente se negó a aceptar la realidad.
Elegí recordarla viva: riendo, moviendo las manos cuando hablaba, con esa energía cálida que llenaba los espacios.
No quise verla sin vida.
Mientras yo preparaba mi boda, ella se convertía en una velita blanca en España,
una llama suave que iluminaba desde otro plano.
La luz que no llegó al altar, pero se quedó encendida en mi alma.
A veces pienso que mi vestido no era solo un símbolo de boda,
sino un puente entre dos mundos.
No hubo retrato en su pared,
pero su amor cuelga del mío: invisible, eterno, luminoso.
Ella no me vio casarme,
pero me vio convertirme en la mujer que soñó que sería.
Y eso, de algún modo, fue su manera de acompañarme.
1️⃣ Enciende una vela blanca y obsérvala sin prisa.
2️⃣ Piensa en alguien que partió pero aún te acompaña.
3️⃣ No pidas nada. Solo di: gracias por seguir siendo mi luz.
Cierre:
Mi madre no me vio vestida de novia,No abrazo a su visnieta
pero su alma sigue tejiendo los hilos de mi destino.
Y cuando el viento sopla suave,
yo sé que es ella…
recordándome que el amor verdadero no se entierra:
se transforma en eternidad. 💫
Un recuerdo de lo que pudo ser...
En momentos tan complejos de la vida nos cuestionamos de muchas formas pero si algo se puede seguir aprendiendo de la vida que las cosas pasan por algo no de manera que siempre deseamos pero recordar a nuestro seres amados seguirán siempre en nuestro corazón y pensamientos besos un fuerte abrazo
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