El Regreso..

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  💍 EL REGRESO DESPUÉS DEL “SÍ, QUIERO” Domingo Sensorial — Casa Weste Pasadas las maravillosas vacaciones en España y cumplido el sueño de una boda de ensueño, comienza la verdadera historia: el matrimonio . Esa parte que nadie te enseña, donde los días ya no huelen a flores de boda ni a luna de miel, sino a café temprano, cuentas por pagar, ropa húmeda en la lavadora y silencios compartidos. Donde el amor empieza a medirse no en promesas, sino en paciencia. Vivir con alguien no es sencillo. Dos mundos distintos intentando bailar al mismo compás. Manías, gustos, convicciones, hábitos, formas de amar. Dos personas criadas bajo soles distintos intentando compartir un mismo cielo. Y si a eso le sumamos países diferentes, edades, costumbres, e incluso idiomas —porque aunque ambos hablemos español, el castellano y el tico no son lo mismo —, el reto se multiplica. La convivencia se convierte en un arte delicado: encontrar belleza en lo cotidiano, humor en las diferencias, refu...

Que viva España..


 

España, España...

Crónicas desde una tarde fría en Fuente Palmera

España, España…
Hay muchos documentales que intentan explicarte este país,
pero ninguno logra capturar lo que se siente al vivirlo.

A donde vayas, siempre habrá una historia esperándote.
No puedo negar que mi amada Costa Rica es una joya tropical,
pero Andalucía, Córdoba y sus pueblitos
tienen algo distinto.
Magia, quizá.
O ese tipo de calma que se siente como un abrazo antiguo.

La tarde que llegamos a Fuente Palmera el pueblo dormía.
Eran las 3:30 p.m., y las persianas bajas anunciaban la hora sagrada de la siesta.
El aire estaba frío, de ese que pellizca las mejillas,
pero al entrar en casa de mi suegra, la calidez era inmediata.

Entre saludos, besos y risas, Juanjo me mostró un detalle que me enamoró:
una mesa camilla, con un faldón largo que escondía un pequeño calentador debajo.
En invierno y otoño, los andaluces se sientan allí,
meten las piernas bajo el mantel y el calor sube poco a poco,
como un suspiro que reconforta.

“Burro, detalle soberbio”, pensé.
Y juré que en mi casa de Cartago —o en la futura casa de España—
tendría una igual.


🍷 De bares, churros y canciones

Porque sí, un pueblo sin bar… no es pueblo.
Y Loli, la experta en estos menesteres, nos llevó a conocer el Bar Sagitario,
donde descubrí cómo se vive la noche en un rincón de Córdoba.

Karaoke, mesas de billar, baile…
y ese ambiente donde todos se conocen, se saludan y se ríen juntos.
Me sentí como en el Bar Caracol, donde mi hermana en Costa Rica arma tertulias.
Fue hermoso ver cómo nos parecemos tanto, aunque estemos a un océano de distancia.

Y ahora hablemos de churros.
Porque uno cree que sabe lo que es… hasta que llega al Trébol,
la churrería de Fuente Palmera, donde el arte del churro es sagrado.

La masa fresca cae desde una máquina, se sumerge en el aceite,
y minutos después, llega a la mesa: caliente, dorada, perfecta.
Te lo sirven con azúcar espolvoreado y una taza de Colacao,
un chocolate espeso que sabe a abrazo.

Mientras tanto, yo, con mis costumbres ticas, pedí huevos fritos con tocino…
hasta que alguien sonrió y dijo:

“Aquí se desayuna tostada con paté, aceite de oliva, tomate y jamón.”

Y bueno… la dieta quedó en el aeropuerto de Madrid.


🌿 Pequeños placeres, grandes recuerdos

A las once, vino frizzante y croquetas en un bar llamado El Pan Duro.
Allí aprendí la ciencia de las tapas:
porciones o medias porciones,
las “bocas” de toda la vida,
pero en versión gourmet.

Me volví loca con las monedas de euro y las máquinas de bolitas.
(Ahora tengo una colección absurda, pero feliz).

Después, los churros sabían a gloria,
y la paella del almuerzo —servida en el patio de una casa rodeada de árboles y flores silvestres—
era un poema de azafrán y cariño.

Pensé en mi madre:
si hubiese estado conmigo, habría querido llevarse todas las plantas del lugar.

Y entendí algo.
Las experiencias no son solo recuerdos:
son fotografías del alma que se guardan en un rincón tibio del corazón.

Porque hay momentos que no se olvidan,
solo esperan a ser contados…
una tarde fría, con el aroma del vino y el murmullo de una tierra que te adopta sin preguntarte de dónde vienes. 🇪🇸💛



Ritual Weste: “Fotografías del alma”

Para agradecer los lugares que nos transforman.

Viajar no es solo moverse,
es permitir que algo dentro cambie de lugar.
A veces una ciudad, una comida o una mirada
se quedan guardadas como pequeñas fotografías del alma,
recordatorios de que el mundo es mucho más grande que nuestras rutinas.

Este ritual es para agradecer los lugares que te hicieron sentir viva,
los paisajes que te abrazaron
y las personas que te mostraron otra forma de ver la vida.


🌿 1️⃣ Crea tu rincón de viaje

Busca una cajita o frasco bonito.
Dentro, guarda algo que represente tus viajes o tus sueños por recorrer:
un boleto, una moneda, una flor seca, o una nota con una frase que te marcó.

💫 2️⃣ Escribe tres cosas que aprendiste de tu último viaje

Pueden ser simples:
“Aprendí a disfrutar el silencio.”
“Aprendí que el hogar también puede ser una mirada.”
“Aprendí que soy más valiente de lo que imaginaba.”

🕯️ 3️⃣ Repite en voz alta:

“Gracias por los caminos que me mostraron quién soy.
Gracias por el frío, por el vino y por la gente buena.
Donde haya dejado un pedazo de mi alma,
que florezca algo hermoso.”

Guarda tus recuerdos en la cajita.
No la cierres con nostalgia, sino con gratitud.


💛 Reflexión final

Cada lugar que tocamos nos deja una huella,
y cada regreso es una versión nueva de nosotros mismos.
España, con su arte, su gente y su historia,
me recordó que la vida también se celebra viajando lento,
mirando con los ojos del alma.

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